Se distingue por su extremado buen equilibrio, unido a originalidad y excelencia formal.
De entre los logos que podrían convertirse en clásicos, Eurovision Song Contest 1987 es de los aspirantes más aventajados por la exactitud de sus formas y peso.
Eurovision Song Contest 1987 basa su éxito en la fuerza de su gama cromática que rompe el espacio convirtiéndose en protagonista.